La astrología fue ampliamente considerada una ciencia durante la mayor parte de la historia, consistiendo en un sistema único de interpretación de la correlación de los eventos celestes con la experiencia humana.
No obstante, no sería hasta mediados del siglo pasado que se comenzaron a consolidar los fundamentos científicos de la astrología por primera vez en la historia. Voy a explicar en qué consistió el desarrollo de estos estudios que continuan teniendo lugar de manera continuada en el presente momento actual.
En los primeros años del siglo XX, un francés, Paul Choisnard, intentó encontrar alguna medida científica que explicase el fenómeno astrológico por medio del enfoque estadístico, y su trabajo inspiró al matemático suizo Karl Ernst Krafft a realizar esfuerzos aún más ambiciosos en este sentido. Subrayando su enfoque estrictamente científico, Krafft prefirió publicar su obra bajo el nombre de "Tratado de Astrobiología" en francés en el año 1939, pero los tiempos no le fueron propicios y su obra atrajo poca atención.
Fué Krafft quien en una carta del 2 de Noviembre de 1939 dirigida a un miembro del Servicio Secreto de Inteligencia de Himmler, predijo que la vida de Hitler correría peligro entre los dias 7 y 10 de ese mismo mes: mencionaba explícitamente "asesinato mediante material explosivo". Cuando el 8 de Noviembre de 1939, Hitler escapó a la muerte por poco en una cervecería de Munich (acababa de marcharse cuando explotó una bomba) recordaron la predicción de Krafft y éste fue llevado a Berlín. Durante un tiempo fue el astrólogo oficial de Himmler, pero más tarde perdió su favor y falleció en un campo de concentración.
Krafft intentó demostrar científicamente la astrología examinando las partidas de nacimiento de miles de profesionales, fundamentalmente músicos, e intentó demostrar alguna correlación entre su temperamento y su signo solar de nacimiento. En 1950, un psicólogo estadístico educado en la Sorbona, París, Michel Gauquelin, se interesó por el trabajo de Krafft e introdujo sus resultados en un ordenador. Su conclusión fue que Krafft se engañaba así mismo cuando creyó que sus resultados probaban algo: se habia permitido un margen de intepretación demasiado generoso. Pero, sin embargo, el método experimental de Krafft, aunque poco satisfactorio, llevó a Gauquelin a idear por sí mismo algunos experimentos sencillos.
Gauquelin concentró su análisis en dos cuestiones directas. La primera era si los astrólogos estaban en lo cierto cuando declaraban que las personas nacidas bajo los signos impares del zodiaco (Aries, Géminis, Leo, Libra, Sagitario y Acuario) tienden a ser extrovertidos, mientras que aquellos nacidos bajo los signos pares (Tauro, Cáncer, Virgo, Escorpio, Capricornio y Piscis) es más probable que sean introvertidos. La segunda cuestión fue si la profesión que elige una persona está regida de alguna manera por el planeta que se encontraba en el Ascendente (elevándose sobre el horizonte) en el momento del nacimiento.
Para su gran sorpresa, la prueba resultó positiva en ambos casos. Las pruebas se repitieron durante los siguientes años en varios paises europeos, y los resultados obtenidos continuaron afirmando estas conclusiones. Al profesor H.J.Eysenck se le pidió que verificara los resultados. Aceptó, aparentemente con la esperanza de demostrar que eran nulos, e igualmente se sorprendió al encontrar que eran positivos.
El método usado por Gauquelin, y más adelante por Eysenck -junto a otros dos colaboradores, J. Mayo y A. White, era el siguiente: Se elegían determinados profesionales que habian destacado en sus respectivas profesiones (campeones deportivos, actores famosos, científicos de renombre) y se consultaban sus partidas de nacimiento para conocer la hora exacta del nacimiento -que se registra en el continente europeo, pero no en Inglaterra. Eran miles de personas famosas, encontradas en las enciclopedias.
La astrología tradicional considera que tanto el signo ascendente (el signo que se eleva sobre el horizonte en el momento del nacimiento) como el planeta ascendente tienen una importancia primordial en la determinación del temperamento de una persona.
El impecable análisis mediante ordenador de Gauquelin parecía indicar, además, otras tres posiciones que eran igualmente importantes: exactamente encima, hundiéndose bajo el horizonte, y exactamente debajo; los cuatro cuadrantes del cielo, por así decirlo. Los hallazgos eran absolutamente claros. Los deportistas nacian por regla general cuando Marte se hallaba en una de estas posiciones críticas, los actores cuando estaba Júpiter y los científicos (y los médicos más en particular) cuando estaba Saturno.
Eysenck, finalmente en 1979, declara: "Los resultados observados son definitivamente tajantes, y tan significativos estadísticamente que no cabe ninguna duda de que la correlación no se producía por simple casualidad". Pero, al igual que Gauquelin, Eysenck tuvo cuidado en declarar que no consideraba que estos resultados demostrasen científicamente toda la metodología usada durante toda la historia de la astrología; más bien dijo que debían estimarse como el fundamento posible de una nueva ciencia empírica de la astrología.
Ahora bien, cabe advertir al lector que la auténtica Astrología no guarda relación alguna con la pseudo astrología popular de los periódicos y las revistas. No hay nada tan tonto y vergonzoso como los libros populares con títulos del estilo "Signos del Amor" o "Las estrellas y tú" y etcétera, o las columnas diarias de horóscopos de los periódicos.
Estas últimas comenzaron a publicarse a comienzos del siglo pasado en los principales rotativos norteamericanos y actualmente ningún periódico de prestigio prescinde de las mismas. Su utilidad se reduce en dar a conocer al público cuales son los 12 signos del zodiaco y cual corresponde a cada persona en base a su fecha de nacimiento, manteniendo vivo el interés popular hacia la astrología, pero no proporcionan más allá de esto, ninguna información que pueda considerarse de utilidad alguna.
Dos son las teorias que subyacen para dar explicación al funcionamiento del fenómeno astrológico. Por una lado, la teoría de la Sincronicidad en el tiempo, propuesta por el científico suizo Carl Gustav Jung. Por el otro, la teoría de la influencia de las fuerzas planetarias, siguiendo la teoría mecánica tradicional. Con respecto a esta última, Gauquelin sugirió que la respuesta se encuentra en el campo magnético terrestre, con la suposición de que son los cuerpos de nuestro Sistema Solar los que ejercen fuerzas sobre la Tierra, que a su vez ejerce fuerzas sobre los seres humanos.
En 1962, Y.Rocard, profesor de física en la Sorbona, París, dirigió una investigación sobre las afirmaciones de los zahoríes, y demostró que los músculos de estos adivinadores reaccionan ante débiles cambios del magnetismo terrestre, producidos por el agua subterránea, y que, en general, los seres humanos poseen una sorprendente capacidad para detectar gradientes magnéticos extremadamente pequeños. Desde hace mucho tiempo se ha aceptado de manera generalizada que la Luna puede producir tensión emocional (de aquí la expresión "lunáticos" y numerosos artículos publicados al respecto en la literatura médica), siendo Arnold Lieber quien en 1978 aportó las respectivas pruebas estadísticas.
Sin embargo, la milenaria acumulación de práctica y metodología astrológica no debe ni puede reducirse de ninguna manera a una serie de enunciados acerca de la influencia de los campos magnéticos sobre los organismos animales. Incluso un historiador tan escéptico de la astrología como Ellic Howe, concedió en 1967 que un buen astrólogo puede obtener resultados de pasmosa exactitud, describiendo no sólo el temperamento de una persona, sino tambien el perfil de su vida. De la misma manera, cualquiera que haya investigado alguna vez la adivinación, se habrá dado cuenta que los poderes de detección del adivinador (de otras sustancias además del agua) van más allá de los resultados obtenidos por Rocard.
En cuanto a la teoría de la sincronicidad temporal universal contrapuesta a la teoría tradicional de la influencia mecánica del átomo (fuerzas planetarias) cabe destacar, también, algunas investigaciones sobre los relojes biológicos. Brown separó un banco de ostras de su hábitat natural y lo trasladó en recipientes cerrados a su laboratorio de Evanston, Illinois, a unos 1.500 kilómetros del mar. Allí las ostras continuaron comportándose como si todavía estuvieran en el mar, abriendo y cerrando sus conchas al ritmo de sus antiguas mareas. Luego, despues de dos semanas, se produjo un cambio: las ostras adaptaron sus "relojes internos" a un nuevo ritmo que coincidía con las distintas fases lunares observadas desde el laboratorio de Evanston. Probando así que eran las posiciones de la Luna, y no las mareas, las responsables del cliclo rítmico que se producía en las ostras. Los patrones de conducta de las ostras quedaron atribuidos a una correlación sincronizada con las fases lunares y no a las mareas como se creía en el pasado.
Por otro lado, a finales de los años 50 del pasado siglo, Leonard J. Ravitz, del Departamento de Salud de Virginia, investigó la correlación de los ciclos lunares en enfermos mentales y encontró que la diferencia de potencial eléctrico entre la cabeza y el pecho es mayor en enfermos mentales que en personas sanas y aumenta durante los periodos de Luna llena.
También en el pasado siglo, más atrás, a finales de los años 30, Maki Takata, de Tokio, descubrió que cuando hay una elevada actividad macular, el "índice de floculación" (la velocidad a la que se coagula la albúmina en la sangre) aumenta brúscamente. También aumenta antes del amanecer, puesto que la sangre responde al sol naciente.
Casi al mismo tiempo, Harold Burr, de Yale, observó que el campo magnético producido por los seres vivos, por ejemplo, los árboles, variaba con las estaciones, así como durante los ciclos lunares y la actividad de las manchas solares.
También hay que hacer mención del descubrimiento del ingeniero electrónico John H. Nelson, según el cual la mayoría de las tormentas magnéticas (que causan interferencias de radio) se producen cuando dos o más planetas están en conjunción, o en ángulos de 90 ó 180 grados con respecto al Sol (importantísimas relaciones angulares en Astrología). Esto parecería relacionarse con las las fuerzas del magnetismo terrestre sino fuera porque permanece sin demostrarse de qué manera y cómo influirían sobre un ser humano hasta el punto de determinar si una persona es introvertida o extrovertida, según la clásica teoría mecanicista de la influencia planetaria, contrapuesta a la más aceptada actualmente teoría de la sincronicidad en el tiempo, que parece armonizar y aclarar de forma más natural esta sucesión reflectiva de eventos de manera sincrónica en espacio y tiempo.
Pero, es que además, se ha demostrado que en especies tan dispares como la patata, la ostra, la rata, la lombriz y el hombre, muchas funciones tan vitales como la respiración, la reproducción, etcétera, están naturalmente sincronizadas con los movimientos del Sol y la Luna y es un fenómeno independiente de la radiación lumínica de esos astros. Entre otros ejemplos, la fecha anual de agrupamiento del Palolo Viridis se correlaciona, exactamente, con una determinada Luna Nueva. Su ciclo es tan seguro que los pescadores locales, guiados por sus calendarios, llegan en gran número a recogerlos.
F.A.Brown, Jr., descubrió que las lombrices (planaria) están sincronizadas por las fases de la Luna. Al dejar sus recintos giran alrededor de 10 grados a la izquierda durante la Luna Nueva, mientras que giran a la derecha durante la Luna Llena.
Ya en tiempos de Aristóteles se sabía que las gónadas de animales marinos comestibles, tales como almejas y erizos, aumentan de tamaño durante la Luna Llena, o que determinados tipos de cangrejos cambian de color según las diferentes posiciones de la Luna.
El Dr. Dewan regularizó el ciclo menstrual de 20 mujeres haciendo que dejaran encendida la luz de su dormitorio durante tres noches 14 días despues de la menstruación. Este "sustitutivo de la luz de la Luna" fué efectivo en el cien por cien de los casos, y los resultados fueron publicados en la prestigiosa revista científica American Journal of Obstetrics and Gynaecology.
Por otro lado, el Dr. Eugen Jonas, psiquiatra checo, probó que en el 87 por ciento de los casos, las mujeres son fértiles cuando el Sol y la Luna regresan a la exacta relación angular que tenían entre sí en las cartas natales de las pacientes.
El Dr. Jonas llegó además a la conclusión de que el sexo viene dado por la posición de la Luna en el momento de la concepción; si está en un signo positivo del zodiaco, será varón, si está en un signo negativo, será hembra.
En 2012, Alberto S. Álvarez, profesor de la facultad de ciencias de la educación y sociología de la Universidad de Vigo en España, desarrolló una investigación sobre los efectos en la salud humana de las Frecuencias Extremadamente Bajas (ELF), en la que se hallaron correlaciones estadísticamente significativas entre la actividad solar y la prevalencia de algunas enfermedades autoinmunes y trastornos mentales.
La conclusión de este estudio es que la transmisión y evolución de las enfermedades de transmisión genética parecen estar asociadas claramente a la actividad solar, debido a la influencia de las variaciones geomagnéticas en la comunicación intercelular que tiene lugar a través de la bomba sodio-potasio, afectando tanto a la actividad y el desarrollo de las redes neuronales como a la replicación del ADN. El mecanismo causal sería la interferencia de las oscilaciones en intensidad de la Resonancia Schumann en las comunicaciones intercelulares del núcleo Supraquiasmático y las subsiguientes alteraciones en la secreción/equilibrio de la melatonina/serotonina. Los efectos ELF en la salud humana ya habían sido verificados por la NASA, de hecho todas las naves que salen de la atmósfera terrestre van equipadas con un "resonador Schumann", una vez que se comprobó que los astronautas regresaban con problemas neurológicos, pérdida de masa ósea y otros trastornos.
Debería de quedar claro con estos pocos ejemplos representativos de la idea esencial de la astrología (la significativa correlación sincrónica entre los eventos celestes y terrestres) que despues de un par de siglos de destierro filosófico, está encontrando apoyo, lenta pero firmemente, en la ciencia moderna, una combinación de la que ambas disciplinas aparentemente separadas, se verán favorecidas mutuamente.
El análisis moderno por ordenador de estructuras como Stonehenge, las piedras de Carnac y la Gran Pirámide, afirman que su propósito original estaba ciertamente vinculado a la Astrología, lo que a su vez sugiere que nuestros ancestros del Neolítico (el foso exterior de Stonehenge fue construido hacia el año 2900 a.C.) tenían un conocimiento de la astronomía mucho más exacto de lo que antes creiamos. Huesos incisos de reno que datan de hace más de veinte mil años indican que el hombre del Cromagnon se tomó la molestia de tabular las fases de la Luna. Es difícil imaginar por qué, a no ser que nuestros antepasados tuvieran su propia ciencia primitiva de la astrología, vinculada indudablemente con un ritual mágico y religioso, que más tarde se desarrolló en la astrología tradicional.
Eysenck concluye: "En este momento, la única recompensa que la mayoría de los investigadores consiguen en este campo es que les ataquen por ambos flancos: los astrólogos por atreverse a tener dudas, y los científicos más ortodoxos por atreverse a considerar el supuesto fenómeno de la influencia planetaria sobre el género humano". Pero esta declaración indica por sí misma que algunas de las investigaciones sobre los fundamentos científicos de la astrología continuan llevándose a cabo en la actualidad.
Véase por ejemplo, un reciente artículo publicado por Astrology News Service, sobre un nuevo estudio reciente confirmando nuevamente los irrefutables hallazgos de Michel Gauquelin:
http://astrologynewsservice.com/articles/new-study-confirms-gauquelin-plus-zones
Los Archivos de la Investigación Gauquelin pueden ser consultados por cualquiera, pues son públicos:
http://cura.free.fr/gauq/17archg.html
Ms. Tricia Arias. Astróloga.
Bibliografía:
Burr. H.S. 1972. Blueprint for Inmortality: The electric patterns of Life. London.
Eysenck, H.J. 1979. Astrology - Science or superstition?. Encounter, December, p.88.
Gauquelin, M. 1967. The Cosmic Clocks. New York.
Howe, E. 1967. Urania's Children: The strange world of the astrologers. London.
Lieber, A.L. 1978. The Lunar Effects: Biological tides and human emotions. New York.
Marshack, A. 1972. The Roots of Civilizations. New York.
Lindsay, J. 1971. Origins of Astrology. London.
Maravilloso artículo, gracias por compartirlo!
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